Hemos comprado sillones cómodos para SIDI. Y mesas redondas. Mobiliario que nos recuerde, que nos condicione y nos incite a cambiar nuestra actitud. Acompañamos a la familia y al niño. No somos expertos profesionales  que “damos pautas a quien no sabe”.

Si,  es verdad, es un paso intermedio.  Las prácticas centradas en la familia implican trabajo en el entorno, en la casa, en el parque, en el colegio. No en nuestro centro, en el local. Los niños y sus familias no desarrollan allí sus vidas: no comen, ni duermen, ni juegan, no trabajan ni sueñan en SIDI.

Pero esto, en nuestro contexto, hoy, no siempre es viable. A veces nuestras trabas mentales; otras veces las expectativas de quienes solicitan nuestro acompañamiento; en otras ocasiones las dificultades de aplicar nuestro plan dentro del programa de la Consejería de Salud de la Junta…el caso es que, aún, en muchas ocasiones nos encontramos con los chicos y las familias en nuestro centro.

Cuando esto es así, o mientras sea así, queremos crear al menos un espacio de igualdad. Reunidos todos alrededor de una mesa redonda, sin presidencia, o en un sofá, compartiendo conocimiento: unos aportan las técnicas, otros aportan motivación, algunos oportunidades, otros deseos…

Igualmente hemos cambiado detalles pequeños pero con gran carga simbólica. En los expedientes, ya no solo aparece la foto del niño: hacemos una fotografía de toda la familia. En el consentimiento informado, el documento que firma la familia cuando pide nuestro apoyo, hemos incluido un espacio para que firme el niño…  ¿cómo? Pues sí. Aunque sea con un dedo emborronado en tinta, queremos que en todos los acuerdos que le afecten, esté de algún modo presente; que es por él, por quién estamos haciendo esto. Y para que siempre, ante cualquier decisión, lo consultemos o interpretemos de la mejor manera sus deseos y necesidades.