Las familias de Sidi están tranquilas. Muy tranquilas. Lo dicen ellas y lo notan los profesionales. Se acerca el verano y una pausa en el acompañamiento desde Sidi. Y lo viven como algo natural. Saben cómo apoyar a su hijo en casa, cada semana, cada momento; cómo regular el entorno, cómo adaptar las rutinas. Lo hacen todo el año. Y el verano solo es una época más, que se compone de otras semanas, de otros momentos.

Caminar por la playa mejora la coordinación; hacer castillos de arena, la motricidad; y comer con papá y mamá ayuda a practicar la emoción de felicidad. Solo hay que estar en manos de expertos. Y los padres lo son. En su hijo. Son oportunidades de aprendizaje irreproducibles en otros contextos, ¿o acaso aprendo mejor comiendo en un entorno artificial?  Porque no es lo mismo ser espectadores en una obra de teatro que sus protagonistas.

Estos días vemos en la prensa a familias reclamando apoyo durante el verano. No quieren descanso vacacional, ¡sus hijos no pueden parar! Y es cierto. El desarrollo no se detiene por el mes en curso. Se para porque son dependientes del profesional.

Las familias deben ser  fuertes,  capaces, independientes. Ellas acompañan el desarrollo de sus hijos mejor que nadie. Con el profesional, pero no solo con él.

A los profesionales nos gustan las evidencias. Las procedentes de la investigación y las evidencias prácticas. Aspiramos a que las familias sean suficientes,  y confiadas en el apoyo a sus hijos. La ciencia nos dice que las prácticas centradas en la familia son buenas. Y comentarios como los de nuestras familias, tranquilas, seguras, nos proporcionan la evidencia de que estamos en el buen camino.

Nuestra compañera Sandra nos envía esta reflexión:

“Mis familias me enseñan cada día. Me dan lecciones de vida. Me hacen madurar y ser mejor persona. Mis familias me enseñan que caerse está permitido, pero que levantarse es obligado. Mis familias son luchadoras, se crecen ante la dificultad. A veces lloran, se desesperan, pierden la paciencia, pero una y otra vez la vuelven a encontrar. Ellos aprenden cada día. Mis familias son grandes, te obligan a mejorar. Se cuestionan y cuestionan esta sociedad. Mis familias me hacen sentir orgullo ajeno, me aportan felicidad. Me hacen querer seguir siempre en esto. Y siempre querer avanzar. Juntos somos un equipo… siempre adelante y siempre a por más”.

No es fácil convertirse en actores secundarios. Intentamos  ser prescindibles. Los profesionales de Sidi ofrecemos nuestros conocimientos a las familias, nuestras prácticas, la experiencia acumulada,… y nos retiramos. Con la conciencia tranquila, con el corazón partío.

¡Feliz Verano!