Cuando algunos profesionales de Equipo Sidi empezamos a trabajar en atención temprana a finales de los años 80 (sí, ¡del siglo pasado!) nos encerrábamos en una habitación mientras la familia esperaba fuera, en una sala. De lo que dentro ocurría solo respondía la buena fe del profesional.
En los noventa llegaron las cámaras de Gesell y la familia, como en un teatro, asistía a la función. Incluso las cámaras más modernas, tenían unos botones de colores con lucecitas que se iluminaban para que el terapeuta explicara la acción (roja), que la repitiera (amarilla), o para decir que se había entendido (verde).
A pesar de lo que hoy nos pueda parecer, tenía su lado positivo. El entorno condiciona el pensamiento, y esto nos hacía ser más respetuosos con el niño, con nuestro trabajo, con la familia. Todo lo que hacíamos podía ser visto. Ganamos en profesionalidad.
En la primera década de este siglo, empezamos a incluir a la familia en la sesión. Como todo cambio, costó adaptarse a una comunicación permanente, a una nueva forma de participación. Y aunque seguíamos dirigiendo, estábamos más cerca de la familia.
En 2014 Equipo Sidi inició una transformación que aún no ha terminado. El profesional cambia su rol y es “parte” del proceso de atención temprana, en el entorno familiar, en terreno ajeno. Armado solo con su conocimiento y experiencia. Sin ventaja.
… Y fuimos un poco más allá.
Ahora hemos desarrollado una plataforma de comunicación, Entorno Sidi, que permite a la familia, desde su móvil, ver el expediente de su hijo, las consultas colaborativas, la entrevista en rutinas, los informes, las reuniones con el cole, escribir en la matriz de trabajo y opinar. Como en una cámara de Gesell del siglo XXI, la familia ve y lee lo que escribimos.
Eso nos ha obligado a ser aún más respetuosos, a cuidar nuestras palabras. Y las palabras, como el entorno, condicionan el pensamiento. Ganamos en dignidad.
¿Y para el 2020? Pasión por nuestro trabajo. Curiosidad por el futuro.