Sobre las dudas e inseguridades del profesional. Me piden que escriba sobre ello. Sobre lo que no sé. Sobre lo que dudo y temo. Y es mucho. Más que lo que sé. Por eso no es difícil encargo.
Entre los miedos, el de equivocarme. El de hacer daño con mi error a un niño vulnerable, a una familia aturdida por lo inesperado. Y miedo a no saber. A no estar actualizado en mis conocimientos. A que la inercia y la monotonía o el despiste me hagan ver, oír, decir o hacer algo indebido. Y dudas sobre cómo decir a un padre y a una madre, cuando ya se sabe, que su hijo tiene autismo, o cualquier otra discapacidad. Cuando te miran con ojos vidriosos, grandes, sin respirar. Y preguntan. Yo tengo la ventaja de elegir el momento, las palabras. En un instante decido si mirar al padre o la madre al pronunciar la palabra temida. La palabra sabida.
La experiencia no ha calmado el desasosiego de comunicar a una familia que sus expectativas deben reconducirse, que su vida esperada es una vida por definir de nuevo.
Pero igual que temo y dudo, sé y confío.
Confío en que hay un camino. La calma vuelve. La sonrisa será nuevamente fácil y grandes y hermosos valores crecerán de nuevo en esa familia. Y me fuerzo a transmitir, en esos segundos breves, una señal de esperanza. Que es cierta, que conozco y siempre llega. Una vida más completa, ilusionante y rica les espera. Yo lo sé. Con firmeza. Aunque ellos no lo vean todavía.
Y por eso me gusta mi trabajo. Porque tengo la oportunidad de hacer cosas valiosas cada día. Porque acompaño y apoyo y ayudo. Y convivo cada día con valores y personas. Quizás haya pocos trabajos tan hermosos… y tan intensos.
Pedro Lozano. Psicólogo en Equipo Sidi.