Congreso Internacional “Eurlyaid Early Childhood Intervention: For meeting sustainable development goals of the new millennium”. Belgrado, Serbia.
Belgrado es una ciudad adusta, fuerte y seria. Cruce de culturas, eje del crisol balcánico, que intenta reencontrarse con un destino no elegido que le devuelva identidad.
Sus coloridas iglesias ortodoxas y su castillo frente al Danubio han servido de fondo a un congreso internacional de atención temprana que nos ha sorprendido y emocionado.
En otras ocasiones hemos expresado nuestro entusiasmo por encontrar en nuestro
quehacer profesional las Prácticas Centradas en la Familia. Ha significado y significa un despertar en nuestra conciencia, espíritu y profesión que no esperábamos. La ilusión nos impulsa a esfuerzos organizativos, económicos, mentales, e incluso físicos, que hasta ahora nos compensan sobradamente.
Y este congreso lo hemos vivido como una confirmación (la enésima) de la bondad de nuestra elección. Nuestra compañera Curra ha expuesto en una comunicación cómo ha sido el proceso de implementación de Equipo Sidi y cuáles son nuestras dudas y retos
Nos ha resultado tremendamente familiar y entrañable.
Cuando en los años 90 del pasado siglo nos acercamos al autismo; Equipo Sidi, al igual que todos los que formábamos la Asociación Aetapi, nos sentíamos pioneros. Éramos un grupo de profesionales jóvenes, inconformistas, generosos y sobre todo muy humildes, que buscábamos algo más para nuestro trabajo. Necesitábamos conocimiento, estrategias, técnicas, sistemas de comunicación, conceptos e ideas que por aquel entonces estaban por escribir. Y nos unimos. Y compartimos nuestras prácticas. Y los más “internacionales” de entre nosotros nos traían las últimas investigaciones, libros y artículos que fotocopiábamos y estudiábamos en la cama por las noches, guardándolos como un tesoro. Celebrar un congreso de Aetapi era encontrarnos con los amigos. Ir de fiesta. Bailar, reír y liberar tensiones de nuestro duro trabajo con el autismo. Hemos creado relaciones y amistades de por vida. Gente sencilla y sabia. Curtidos como los serbios.
El congreso en Belgrado nos ha permitido acercarnos y descubrir a un grupo de personas de bien que, al igual que Aetapi, viven, impulsan y trabajan con una humildad y sencillez que no consiguen ocultar su sabiduría. Profesionales que comparten sentimientos y estrategias de trabajo en un todo visceral. Algunos, en zonas, casi en la clandestinidad. Con el “entorno” en contra.
Y eso nos gusta. Seguimos sintiendo la necesidad de explorar, innovar y no conformarnos.
En el Congreso, amigos de Serbia, Alemania, Estados Unidos, España, Rusia, Holanda o Portugal, se abrazan al verse como si fuesen familia. Se cuentan en un ingles mediocre, pero son ansias de comunicar sus últimas lecturas, sus miedos, su experiencia y éxitos.
Hemos compartido hotel: un barco amarrado a la orilla en un brazo del Danubio. Un cisne venía a visitarnos curioso todas las mañanas, abriéndose paso entre patos ruidosos que picoteaban viejos troncos arrastrados por el rio. Después de las ponencias, una cerveza en otro precioso y pequeño barquito convertido en salón de lectura. Este es el congreso: el encuentro.
No estamos solos. Estamos consiguiendo cambios. Nuevamente.