Equipo Sidi ha puesto en marcha una iniciativa relacionada con las habilidades de los niños para la interacción y la relación con los demás.
A partir de cierta edad, el control sobre el entorno pasa, de estar casi exclusivamente centrado en los adultos (en los padres y en los profesores), a tomar paulatinamente protagonismo el propio niño; hasta que llega un momento, lógicamente ya en la vida adulta, en la que somos independientes del control por parte de esas personas relevantes o, al menos tenemos alta capacidad de ejercer nuestra independencia y nuestra autonomía.
Desde hace algún tiempo pensamos que, desde el punto de vista de las prácticas centradas en la familia, la capacitación de las personas del entorno del niño (sus padres, sus profesores) supone un elemento fundamental y altamente eficaz para la adquisición de destrezas en el entorno natural y las necesarias habilidades adaptativas. Pero necesitábamos un recurso más, que permitiera unir ambos tipos de apoyo.
A partir de aquí, y tras un proceso de reflexión durante la formación que tuvimos con Marlene Horna hace unas semanas, intentamos unir lo mejor de las dos perspectivas. Lo que proponemos es la constitución de unos grupos de transición para el desarrollo de habilidades para la interacción y la comunicación social. Descrito brevemente consiste en lo siguiente:
En primer lugar, reunimos por una parte a un pequeño grupo de niños y por otro lado a los padres de esos mismos niños. Se proponen una serie de objetivos a desarrollar, en un plazo determinado, relacionados con las habilidades para la interacción en el entorno (por ejemplo: cómo asistir a un cumpleaños, pasear por la calle, jugar con otros, hacer una merienda en casa, etc.). Propondremos herramientas tanto a los padres, como a los niños. Paralelamente, cada niño de ese grupo, tiene que incorporar al mismo a un miembro de su entorno natural, ya sea un amigo, un compañero de clase, un primo o un vecino. Se trata de incluir a alguien que posteriormente ayude a consolidar ese grupo o esa habilidad en un entorno social natural.
En segundo lugar, cuando el objetivo está suficientemente entrenado en ese entorno artificial, pasamos a ponerlo en práctica en el entorno natural con la participación del profesional de referencia.
Por último, cuando esta fase se considera conseguida, procedemos a repetir la puesta en práctica de ese objetivo, pero ya sin el profesional de referencia. A partir de ese momento, ese grupo o esa habilidad, será practicada por padres y niños en su día a día. Como una habilidad ya adquirida.
De este modo podemos hacer más fácil la transición de un entorno artificial a un entorno natural donde esas habilidades pueden desarrollarse de manera más funcional.
Estamos muy ilusionados con este nuevo proyecto. Pensamos que complementa de forma muy eficaz nuestro trabajo con los niños y sus familias.
Queremos desarrollar igualmente el proyecto en el entorno escolar.